Generalmente
se entrega el corazón
barco de simple riego
para ser balanceado por el pecho de otro
en un breve trayecto de la vida
Uno se queda debajo del puente
con sus lágrimas de peregrino
y canta una irreconocible melodía
de soledades mutuas.
Pero yo amor mío
reí tanto aquella noche
recostada a la pared de una luna sangrienta
que ya no puedo más con aquel recuerdo
ni con la forma de sentirte hervir de vida en mis entrañas.
Si pudiera te haría estallar como un sonido
te quemaría furiosa sobre el miedo
te volvería latidos de algún muerto
comería el sabor de la paz a dentelladas
Vestiría un saco negro aún mas largo que mi memoria
me arrancaría los dientes con las manos
pondría un seno enorme debajo de una cúpula de cristal
comerías de el
lo comerías.
Yo vería el diablo desnudarse con un ombligo mosca en mi ventana.
No sería delicada para abrirme paso entre tus ojos
desplegada del tiempo como un reloj misterioso
atravesaría todo el otoño y el invierno
también el bosque de las rosas
te espinaría de peces los laberintos múltiples
y volvería
a mirarte
sabiendo que la vida
te trajo por un rato
para enseñarme el fondo de un aljibe magnífico
dónde crecen los múltiples girasoles del gato.
Días y noches sólo alteradas por un sueño que reparase, para seguir amando, para consumirlo todo por saber, aunque desalojando de mi alma esa certeza y gozarlo, que luego un largo luto por su ausencia me cubriría. Hay tanto que no puedo dejarle a mi voluntad para administrar y traerlo sólo cuando lo desee...la risa compartida, conciente de que estaba siendo feliz reí con él como ríen los niños, sin pensar más que en la risa,la piel mixturada en la suya, la mirada en la mirada compartiendo el placer, las voces-sonidos de la pasión. Ay, amiga que exacta percepción tienen tus palabras, estoy sacudida de emociones por encontrarme en tu poesía. Gracias, Laura, gracias.
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