Aquella mujer con los labios repletos de agujas
Debajo de sí una especie de río
Estaba instalada en mi pesadilla
En su hombro se detenía a observar el sangriento atardecer
Una gaviota lóbrega
Corría desde sus brazos una manada catastrófica de insectos
Desaparecía rápidamente
Fugitiva de las horas renaciendo
El sexo compacto
Su fría piel de medusa profunda
inexorable
La tierra se quebraba
Las piedras en silencio
Despedidas en la luz
Ya no existe primavera.
* * *
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