
He transcurrido cautelosa de viaje
entre peldaños anclas, abismos, fogatas por dentro del cuerpo
enredaderas botánica de la pared urgando en las manos
una paga incumplida de mundos abiertos
Diligentemente los viajeros musicalizaban la sombra
con esos pequeños instrumentos vacuos incomunicantes
por azar inestable y en sesión extraordinaria
buscaba los espejos en el bolso extraviados.
Se produce en el cráneo un inapropiado rito
dispara por la sien una estela flameante
las piernas no deciden su imperfecta amenaza
y la vejiga es benéfica con los peces.
Miro el reloj, ya es tarde, colores, sábanas, gritos
un bostezo un ruido vago casi una especie de rito
el reloj herrumbrado el miedo decapita flores libres
pienso mar en pocos metros con barcos pobres de cielo
musgo verde, isla en el monte, soledad en el desierto.
Puedo no tener lágrimas cuerpo se mece en el viento
vengo para encontrarme desdibujada en el tiempo.
Es un sonido metálico que huye sobre mis dedos.
Desembarco.
Nadie puede con la sangre o su reflejo.
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