Son espirales de nacerse
tierra que traduce lluvia
olores de sueño
otra nube y luego tú
piso fuego de campana iluminada
caballos transparentes sobre enredaderas consumiendo sombras
naves secretas en las hojas
también el desplegado inventario con aquellos alfiles silenciosos
La poesía es un castillo de geográfica ineptitud de nombres
certero nunca azúcar de barro almibarado
pies de hombres desnudos sobre manos
en un viaje de amor indisoluble
Las bruscas herraduras oscuras cierran ávidos estantes
me muevo entre corazones que no descansan
los barcos insinúan la libertad escuchan la tormenta y se conmueven
de los espesos rastros óseos del amor que fluye lentamente por la muda
estación en que fácilmente delinque la hermosura.
Aquella noche compré gritos
encendí paredes
construí telarañas de voz grave
reporte sobrenatural de un atardecer donde corría desnuda
cual pálida cáscara de madera planetaria
aquella rara noche que hoy me devuelve extraña
a los mismos dedos en que nací para verme la cara de laringe duradera
Basta que nunca sea el día
nunca sea
con sus colores de oro sobre el mar
salvaje sarcófago de palomas espadeadas
escucho ráfagas de piel sobre la nieve
y desarmo los candados con mis brazos celestes.
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