como una fruta absorta
desmembrada en el agua deshecha convertida en migajas de todo
en fragmentos de sal en siembra de palabras
siendo un poco menos que aquel día en que supe de una rabiosa vacilación
en la que quedaron las cuencas de los insectos sensuales atrapados en cuencos
como ojos vacíos cercanos a las compuertas inválidas
Mutilada, la ciudad con pianos estallando en gemidos
la resistencia árida a tanta injusticia que entiendo congelada
Toda la inocencia del que grita humillado
recuesta a la pared su frente empapada de una sombra que se venga de la noche
mañana estarás condenada a ser feliz
mejor sé el rostro elegido que se desvanece
en la ignominia acústica de los que no dicen nada
luciérnaga de muerte tienes ojos de múltiple desauxilio
te arrastras en el metal de las pirámides
responsable del pianista que en su desdén quebró tu nombre
eres tú aún
eres tú en aquella noche confundida en los muros
atravesada por un sueño casi melancólico
en una jugada de ajedrez desapareció la arteria del abrazo
sabes que te aman
las uvas péndulos del desastre
a veces quisiera morir
para no existir en la tirada de dados de otros
en el purgatorio invadido por lacayos que en desfile incansable se suicidan
con la promesa certera de la incertidumbre voraz de las metáforas.
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