Este es el sitio poético de Laura Martínez Coronel.

LA INTRUSA

La llaga del bombardeo, las demoliciones de la ceniza, la antropofagia de los hombres
la ciudad lejos poblada de respiraciones que me son ajenas, un puente que no transito
el pueblo , un espasmo de crueldad con árboles que se extienden como alfombras desoladas
la mujer ebria en el vino de la náusea
la niña altiva recostada a los escombros lívida de urgencias
abrazos que nunca le daré
preparo el óxido de una primavera vibrante en el testimonio impuro
he dormido en un rincón sobre mi caía el ruido del insecto agónico, incesante gato de la dulzura imposible
en la madrugada me desperté, desparramé la furia, encendí los sonidos de péndulos girando en la lejanía del mar
el sueño estaba ajeno como todos los sueños, la pesadilla era una forma de gritar, retiré del rostro azul la mordaza, el estupro, la fauna estremecida, los puntos, las comas, los tildes, la sombra
sobre mi los precipicios lúcidos, las escaleras mecánicas la sonrisa de mi madre la soledad infinita de mi padre
me propuse no emitir una palabra por cuarenta y ocho horas-tal vez más-
jugar con candados abandonados en los parques, poner a disposición de los cerrojos las miradas muertas de la piel ávida con un grotesco idioma de lenguajes frenético
como lo que digo ahora como lo que diré otro día siempre tendrá su vértigo de almanaque y muecas en el perfil torrencial de la injusticia
escribo"un trabajador que se enfrenta a otro trabajador practica el canibalismo"
veo una niña deslizándose sobre el  cuerpo húmedo de una criatura diminuta que respira con dificultad
veo mis hijas dormidas, las quiero como un árbol insaciable espera florecer desde la raíz
ellas, las que parí amando las verdaderas las únicas que habitan en el paisaje que me nombra
las pesadillas de los lobos en el carrusel fatídico son suaves amapolas de generosidad alucinógena
el día se alza como un trozo de pan, la madera que convoca, el planeta en conjunción con su magnífica furia de presagios heridos
la cabellera más triste se reabre y estalla
el rostro de la intrusa es  devorado por un tumulto orgiástico de escarabajos viscosos
mientras se desliza helada en las rendijas del piano cuyas manos de sórdido vegetal
incapaces de todo misterio y pentagrama
en el desdén del metrónomo aturdido violentan la magia de la música.

1 comentario:

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