Esperanzada,con todos los caballos desintegrándose en la oscuridad
en la cara las raíces de las manos
hoy duermo desnuda y ondulante sobre una esfera de fuego
todas las palabras son gaviotas trashumantes de tu idioma
a los pasadizos pálidos donde mi garganta humea líquidos azules
vena fragante por donde viaja la sangre para mi sutil sobrevivencia.
Esos días en los cuales el color gris tiene doce campanadas
la misericordia del relámpago,los colores del amor que sube o baja en la marea del alma
el reino de las regiones borradas, irreconocibles
los pequeños pueblos destruidos con sus nidos de recuerdos
un sobresalto de trinos y un abrazo en aquella plaza de vientres encendidos
la flexible gangrega de la noche.
Soy razones de tristeza,nieve intransigente en cataratas de luz
la voz en el bosque-ya no es nítida-
quiero ser esas piedritas misteriosas que caen de las manos de los niños
la flor de papel -una rosa perfecta-que me regaló un borracho
en esos dias de dulce y carnaval
Quiero ser aquella mujer con trajes indios que un día me dejó recostada a la pared del tiempo
y ya no retornó
Pero ahora tejo la mortaja aún con filigrana de oro
ocurre que en el sueño soy audaz,ahí me quedo
con esos variados animales callados que conocen la medida del espejo.
Tal vez me quede el mar que no he podido pisar desde aquellas algas murciélago de Enero.
O un poco más de tiempo.
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