
Con toda interrogante, lejos del azar, en aquel día casi muerte
por la ingratitud de los búhos entre las manos de otros
con los ojos en la pupila ataúdica e inerme
todo oscuro
Vos a quien amé desde la primera voz que encendió notas brillantes
en mi alma
desde el jazz o el temblor de tus sogas naufragio
con la miel o el delicado amor de la sabia serpiente
eras tuyo y golpeé siete naipes inválidos
tréboles fragantes de múltiples hojas.
Nunca supiste que aquel día de los muslos convocantes
caminé asimétrica como un espíritu impune
calles desatadas casas ciegas mundos deshabitados
plazas torres tinieblas desnudas
el paisaje del hielo agasajada de espuma
en la quietud incolora de una sed bramido y nada...
Toda la ceremonia de haber nacido tarde
aquel día de febrero con tambores y rasguños
el modo escandalizante de reír sobre semáforos
el sucesivo sobrevivir de tus dedos empapados
Una mujer delgada de sabor inacabable
toda la habitación confidencia y esperanza
Han pasado doce años desde aquellos muchos días
en que escribí sobre piel las gargantas puro esquivas
y te dejé aquellas hojas de soledad en el viento
Volábamos por balcones
desde pestañas y espejos
teníamos la luz que nos unía entre ciegos
fértil fui entre telarañas lloraba entre las paredes
mientras dabas voz de alerta sitiándome el rostro
De mis ojos saco las ventanas fogosas-ahora suenan gritos-
temblor combatiente surjo con cuerdas doradas virginales
Han pasado doce años, quiero inventarte.
Pérdoname la ausencia de lo tibio inolvidable
es que voy por el secreto de la verdad cuando parte.
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