A LA NADA TODA.

A veces estoy triste, reventadamente triste
como un hueso lleno de pus expuesto al viento con los músculos en llagas toda en vertiente de sangre hedionda
muerta perseguida por el zumbido letal de un enjambre de moscas
es como si en el corazón tuviera un diente de fuego clavado hasta el orificio vital imprescindible
ahogada , sumergida , en el pantano silencioso
ciénaga con olor a aljibe , soledad y desauxilio
ni una frase sola, ni un brazo, tampoco un bosque incendiado por desquicio
llena de pájaros oscuros que parten desde el vientre a los mordiscos
pesada como la puerta de la cárcel , blindada, en sacrificio,
sin una sola llave, soy un candado, la muerte de mis hijos
a veces quisiera poder irme tan lejos con mi alma si es que esa hija de puta de alma tiene un sitio
olvidar la carcajada equina de una legumbre rata pellejo ataúdico
morir de toda vida, morir en el exacto momento, morir ya, ahora , en media hora
es entonces que sé que no puedo más, que llegó el tiempo
de romper los retratos que no rompen y escupirlos
oblicua, terminal, lluvia de espanto
es confuso el objetivo y su mandrágora doliente
toda yo soy un precipicio empapado de cadáveres heridos
no es posible la cicatriz
a veces estoy triste, profundamente triste
como un cordón agrio que se corta en el inicio e impide el relámpago,
el grito
y de la nada se vuelve a la nada toda
a ese lugar del que nunca hemos partido.