Con la piel de los dientes
hablo ahora
se me escapa por descuido una sonrisa
se me cae de la ropa como felpa
morisqueta que a mi cara, le fascina.
Desde el rictus feroz que me alimenta
miro el resto de ropa a la par de mi alma
mutilada
qué grotesco, qué extraño, qué letal
le han cortado de manera irregular
una pierna.
Un manojo de cartas olvidado, entre pronta ceguera
sobre la mesa
la palabra compañero vuelta vómito
necesario dormirse sin protesta
Nunca nadie tocará en mi corazón
nunca nadie sabrá como es que sufro
me acompaña mi muerte y la de todos
y es mi hambre el no pan de tanta gente
Nunca nadie escuchará desde mi saco desprenderse
el latido furioso de la risa
para ponerla de pie ya sin espanto
al alma mutilada que se asfixia.
Toda llena de peces y de cardos
atravesada por musgos, madrugadas
con un insomnio eterno como el tiempo
quebrada como un diente purulento
me iré en la última hora que me queda
sin besos. sin adioses, sin encuentros.
***
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