He padecido enlutada
en la huraña perdida barca de fuego
extrañas ráfagas de histeria combativa
por esas ásperas cosas irreprochables
días de lluvia anticipada primavera
En cada bocacalle el corazón en el centro de la mano
desacompasado, incontrolable
oxígeno ondulante presa de alucinarle ya que en los pulmones
era inútil impenetrable
quedaba en no se qué lugar del pecho
tan profundamente alejado de mí
caía muerta de otras muertes
Llegaba a casa después de los muslos ateridos de frío
con aquella innegable pereza genealógica
condenada a dormir tras la oscuridad de la madera.
Abrazaba a mi pálida hija
una mañana vi sus labios grises
sobre la almohada los ojos cerrados
se que visitó el. patio de aquella ciudad terrible
yo ordenaba cubrirla con un poco de sangre entre fibras tejidas
Por un momento la vi alejarse
creí que ya no retornaría
En los pasadizos impropios que conducen a mi casa
encontré a mi niña más pequeña
la mejillas ardientes
se puso a buscar dulces en mis bolsillos rotos
Después abrí la puerta
La gata negra
la perdida alegría en su letargo ronroneante
y estaba él
cabizbajo
falto de invierno
resbalando por los brazos rotos de un sillón herido de muerte
no me miró
decretó su ausencia de antemano
Yo sólo quería quedarme muda
con toda la sed
sola
y sin ninguna explicación
* * *
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