Para la torpe realidad
un temblor de agazapada ruina
y hete aquí y también luego
así como no querías
atrapada en el rugido
de saberme perdida entre aguda tiniebla
bienestar imposible
soplando sobre cenizas y pesadillas
con espejos ahogando una ciudad mortal
cobijada por trampas.
Un puñado de azúcar
un estruendo y un grito
un caballo agónico galopando en el centro de la luna
una feroz bailarina
ciega
girando con la mitad del miedo
disfrazada de luces relampagueantes.
Mediodía
vorazmente almorzando un par de huevos
imaginando dados sobre la porcelana
con un afán de quedarme en la vida entre las langostas
los meteoritos
los náufragos
y un veinte de enero con un delgado hombre negro
siendo ahora el presidente
de las naciones todas
con un sabor de serpientes apedreadas
inmóviles
queriendo refugiarse
sin sentido alguno
en la sombra invadida de mis pies helados.
* * *
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