AUSENCIA

Grávida transfigurada galería de las piedras encendidas donde ruegan las rodillas empapadas de un gravísimo destierro donde la torpeza de la máscara descansa descuidada sobre el metal de la silla cubierta por gaviotas muertas, grifos azules, olas de mar olvidado, esquinas de frío con la fuente del parque en que te amé, el desauxilio de las paredes con piel de mosca, entonces yo tomaba tus pequeñas manos, soplaba sobre tu pubis y volaban las mariposas que nacían aturdidas incesantes y estallaban en mi boca.
Tú eras el café desatado en la llovizna de la mañana, besarte era el milagro entre periódicos y panes de sonoridad gimiente, nunca supe si estabas cerca de mí en aquella hora en que huías, ni tampoco ahora en que te muerdo los ojos cerrados de la ausencia.
Mucho amé la arquitectura silenciosa de tu manera centelleante de dormir sobre los restos de camisa, asesina sacramental de la próxima primavera.
Lucho imperceptible entre tus huesos cabizbajos.
Yo no soy el espejo, ni la guarida, ni el cacao latiente
Soy la que dormía contigo en aquella mañana inmensa de tenerte.