Este es el sitio poético de Laura Martínez Coronel.

CICATRICES DE HIERRO IMPALPABLE

Tu mano desprendida de la oblicua genitalidad cae
en un secreto de instrumentos poderosos
un Stradivarius indefenso que va por los circulos de la calle desesperada y esperàndome
en este doble dia, en esta tarde con su campanada de chocolate agreste
miro apenas tus ojos
no te amo, soy la página en blanco, tù también , no temo
voy a escribirte el mismo libro en el fluir idéntico del agua
en el palpitante subsuelo donde se bebe el aroma las criaturas elementales,
los salvajes precipicios de la mueca
crece una tiniebla desmedida a las tres de la tarde, una estrella felina, un escaparate mustio

a veces me desprendo de la tierra y germino

en la grave soledad aterradora que supone cada día
sucedo cómo  un ángel temible
el día en que el intenso calor desnudaba impío sus hambrientos
corredores
fui dejando la sed y no me venció vèrtigo alguno
pantalones manchados de victorias, cicatrices de hierro impalpable
emperatrices mustias testimoniaron la huida de llamas olvidadas

Conozco la ciudad y los naufragios
la sonrisa poderosa de un hombre que desconozco dice "las invito a un cafè"
tenemos frìo mi niña y yo
vamos de la mano
pone en mi boca un poco de helado, ojeo libros rápidamente de rodillas
"la muerte del cine" dice uno
¿que he hecho permitiendo que la estrategia de la estepa y sus absurdos bemoles desapareciera en mi piel como un relámpago?

En la fragilidad completa que supone ser esta silueta irreconocible a los gritos con sangre de grietas desparramándose
coléricos fraternales todos ellos
soy el pan de la ropa
el aroma de una madre lactando
la acción vil de la transparencia
amamantándose
pensé en ti en algunos momentos
cuerpo dormido y lejano que cumple con el oficio del deseo y grita
celebro pirámides y cópulas
estar viva para verme inmersa en la gris tragedia del océano con gaviotas y una soledad profunda de desiertos azules que todo lo volvìa insoportablemente humano
vos el inadvertido, yo, la que nadie podrá tener jamàs
me aproximo a la espalda de la maldiciòn

un dìa la vida encenderà sus pèndulos y làmparas
y morirè en nombre de una làpida de sol indiferente
cerca del castillo que respira la naùsea sabiendo que nadie està con nadie
nunca
en la hermandad indiscutible que supone el ùltimo concierto en un pàlido sarcòfago
en el que decimos palabras como àrboles y rocas
aljibes
lucièrnagas
acantilados...

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