Este es el sitio poético de Laura Martínez Coronel.

LOS TORBELLINOS DE LA CIUDAD QUE TE NOMBRA


Callo mientras se abren los caminos de tus brazos



en aquella ciudad con sus destinos inciertos de imprecisa notoriedad



de bruces por el césped clasificando catedrales, cuadros que luego robáramos





-ahora es tuyo, bailabas, bailabas



te subiste sobre los vasos, el piano cerrado espalda de marzo



sangraban tus muslos y los párpados escondidos en el ombligo del viento



azucarados gemían



bailabas, bailabas



estaban las servilletas mientras apártabamos los timones



las cama en sus vaivenes de barcos, los zapatos, la desnudez del idioma



ayer eras la puerta del mundo



-bueno, transo-





El trabajo constante de sufrirte con agrado



quizás era como aquel pájaro pequeño infausto de caer sobre la destrozada ventana



del patio



luego lo pusiste a dormir sobre las mariposas negras



y lo llevaron, muerto pero volando





Me consagro en el azul natural de las palomas sobre la fuente emblemática



con su rosa de piedra



hablo desde el otro universo comunicando espanto



soy ahora el gato de cemento en el éxtasis de sentimientos por dentro



que me escuchan



todas las sillas sucias del mundo



el muro con nombre de pie desnudo



la compañía de lo que no nos pertenece.





Exhausta por el exceso de toda esperanza



absorta en el baldío



en el ámbito tenue desbordada de manos.





Ay!



siglos inéditos de misterio para amarte en la órbita de algun tiempo



extrañarte a dos pasos del atardecer tránsfuga



con esas casas en la arena de la siesta mas temible



Nosotros, aquí



muerto teatro, sale un arlequín por la pared destruida



los cauces quemados de aquellos dias olvidados.



El cine



esponja hinchada en medio de la plaza con luciérnagas heridas



todos ciegos



esperamos ingerir los nubarrones y la tos luego, siempre la tos



órbitas para no asombrarse de nada



nos basta estar así, en el puro medular silencio



con cada cuervo desamado



desarmado.





Tú eres mi ciudad sobre el macromúsculo del miedo



cuando ya no bailo y callo, nuevamente callo



mientras el sabor de los cráteres sean rayos de esta calle



y yo pueda verte en las fotos como si volaras



a los tumbos por otros edificios desolados



seguiré aquí escribiendo con los ojos espesos de ráfagas



encontrándote en los ladridos del espacio.

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