Quiero saber como es el rojo mundo agobiado de nuncas
el inmóvil amargo herrumbre, también la dorada impaciencia
la ebriedad de la locura y el legajo
de un hartazgo de lepra suburbana
Quiero tarde que advierte cuerpos y manos llenas de dedos amputados
desaparecidas esperanzas hastío de nombres
el margen bastardo que interroga los agónicos estambres.
Quiero saber el quejido nubarrón de la glotis azulada
el áspero misterio con sus nódulos plurales
la tierra fatigada transoceánica
con la inmortalidad maravillosa de las inquietudes con sus máscaras.
Recuerdo que nunca recordabas.
Eso trascendía el hambre de la soledad para apagar el cansancio de la madera
Las hienas crecen desde la raíz,se instalan y se matan a diario sobre el agua cálida
médulas sin vocación de llama.
Senos huracanados aman las piedras
las que nunca han de gritar los gemidos de la noche
ortiga sideral comprende poco.
Esta tarde descalza sobre fuego visto largas estrellas en el cuerpo
ya no quedas en los bolsillos mariposa turbia
ya no eres con los muslos despedazados mi próximo beso
yo sola en el mínimo descortés gesto que abre las lámparas
no merma el esfuerzo de haber quedado detenida
en un minutero de cardos en la tierra.
El hueso de la mañana crece y alimenta los sonidos
nunca esperé otra cosa que una lágrima
en el arco de nacerse mercader de la palabra
hay tantos cuadernos rebosantes de agujeros
siempre distraída digo tiempo
y apareces exactamente en la habitación de la cual ya me he fugado
para retornar convertido en recorridos de ciego.
Pero ya no tengo lámparas campana y
suben manzanas altaneras en la sombra áspera del viento.
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